El Perú es una fiesta, un ritual de raíces ancestrales, una procesión de santos y vírgenes. El Perú es una comparsa de carnaval, una pareja que se enamora al bailar y hasta un grupo de diablos que danzan para agradecer a Dios por un milagro.
El Perú es tributo a la tierra, es vela encendida y oración, es música, color y movimiento. El Perú es un país de alegrías compartidas y puertas abiertas en los días de fiesta campesina, de celebración religiosa, de jolgorio popular.
Y ese Perú que vibra, baila y brinda te está esperando. No lo pienses más y haz que tu viaje coincida con alguna de estas 10 fiestas que jamás olvidarás. ¡Te esperamos para brindar!
Contents
- 1. Cusco: Inti Raymi
- 2. Lima: procesión del Señor de los Milagros
- 3. Puno: Virgen de la Candelaria
- 4. Ica: Fiesta de la Vendimia
- 5. Cusco: Señor de Qoyllurit’i
- 6. Trujillo: Festival Internacional de la Primavera
- 7. Cusco: la mamacha Carmen de Paucartambo
- 8. Cajamarca: vive el Carnaval
- 9. Cusco: Corpus Christi
- 10. Amazonía: San Juan Bautista
1. Cusco: Inti Raymi
El Sol era el padre de los incas y la mayor divinidad del Tawantinsuyo, el amplio territorio de su imperio. Durante su predominio, la celebración más fastuosa y solemne estuvo dedicada al Tayta Inti, el padre Sol o el señor Sol en español.
El Inti Raymi o Fiesta del Sol se realizaba el 21 de junio en varios escenarios del Cusco prehispánico. La fecha coincidía con el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga en el hemisferio sur.
Cargada de misticismo y religiosidad, la fiesta expresaba la conexión espiritual del hombre andino con la naturaleza y en especial con el Sol, al que adoraba y respetaba por ser fuente de vida y energía.
El Inti Raymi tenía, además, un propósito político. Su fastuosidad y nivel de organización evidenciaba el poderío del estado incaico ante los ojos de su pueblo y ante los curacas aliados (autoridades indígenas) que eran invitados al Cusco.
Pero el Inti dejaría de brillar en el cielo cusqueño con la llegada de las huestes españolas. Ellos prohibirían los cultos incaicos para imponer la religión católica, con el objetivo de que los hijos del sol empezarán a creer en el Dios de sus conquistadores.
Los indígenas asimilaron poco a poco el catolicismo, pero sin olvidar a sus antiguos dioses como la Pachamama, las estrellas, el Sol, entre otros. El 24 de junio de 1940, el Inti Raymi volvería al Cusco después de casi 500 años de prohibición, como parte de un proceso de revaloración de las raíces y del pasado prehispánico del Perú.
Fue en ese contexto que historiadores y artistas andinos, como Faustino Espinoza Navarro, sentarían las bases de la actual Fiesta del Sol.
Hoy, la mayor celebración del Tawantinsuyo, es mucho más que una atracción turística. Es memoria, es recuerdo, es orgullo para los hombres y mujeres que, más allá del paso de los siglos, sienten una conexión especial con el tayta Inti y la madre Tierra.
2. Lima: procesión del Señor de los Milagros
En 1665, Lima, la capital del virreinato del Perú, fue sacudida por un terrible terremoto, entonces, el caos y la destrucción, el miedo y la desesperanza se apoderó de los pobladores de la ciudad fundada en 1535 por Francisco Pizarro.
Entre la desolación generada por la tragedia empezó a correr un rumor: en la zona de Pachacamilla, un muro en el que el esclavo angoleño Pedro Dalcón había pintado una imagen de Cristo crucificado, se mantenía milagrosamente en pie.
La noticia despertaría la fe y la curiosidad de los afligidos limeños, que comenzarían a visitar al Cristo de Pachacamilla. Estas peregrinaciones molestaron a las autoridades que ordenaron destruir el muro.
Esa orden jamás fue cumplida por una serie de extrañas circunstancias. La fama de la imagen era cada vez mayor y se consolidaría en 1687, cuando la pared resistiría otro violento terremoto.
Ese fue el origen de la devoción hacia el Señor de los Milagros o Cristo Moreno. Todos los años en octubre, sus recorridos procesionales congregan a cientos de miles de fieles en las calles del Centro Histórico de Lima y de otros distritos capitalinos.
Ser parte del “mar morado” (por el color de los hábitos de sus creyentes) que acompaña al patrono de Lima, conversar con los hermanos y hermanas que cargan las andas o le cantan al señor, y probar el tradicional turrón de doña Peña, el dulce típico de la procesión, es una experiencia que te conmoverá.
Si estás en Lima en octubre, tómate un tiempo para acompañar la procesión del Señor de los Milagros o visitar la iglesia y monasterio de las Nazarenas, donde se encuentra la imagen original.
3. Puno: Virgen de la Candelaria
Con lluvia, con sol o con frío, miles de puneños rezan, bailan y hacen vibrar sus instrumentos musicales, para festejar, agradecer y rendirle culto a la virgen de la Candelaria, la mamacha (mamita) engreída del Altiplano peruano.
Y son esas plegarias, danzas y melodías musicales, las que le dan un matiz particular a la Fiestas de la Candelaria, convirtiéndola en auténtica explosión de religiosidad y jolgorio, de identidad e integración entre aimaras, quechuas y mestizos.
Si quieres disfrutar de una fiesta popular. Si quieres ver más de 100 danzas autóctonas. Si quieres bailar al ritmo de una tropa de sikuris (grupos de músicos que tocan las zampoñas), no lo dudes más: Puno, te espera en febrero.
Estamos seguros de que no te arrepentirás al sentir la energía y la pasión de una celebración inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
La imagen de la virgen de la Candelaria llegaría a Puno —de Cádiz o Sevilla— el 2 de febrero de 1583. Mucho tiempo después, ocurriría un hecho inexplicable y salvador que la convertiría en la patrona de la ciudad.
¿Qué fue lo que ocurrió? En 1781 las fuerzas rebeldes de Tupac Katari estaban listas para tomar la ciudad. En su desesperación, los ciudadanos de Puno buscaron la ayuda divina y sacaron en procesión la imagen de la virgen.
Fue entonces que sucedió lo inexplicable. Los rebeldes confundieron el paso de los creyentes con la marcha marcial de un contingente de soldados españoles; entonces, desistieron de sus planes. Ese es el origen de una historia que hoy se celebra con procesiones, música y danza.
4. Ica: Fiesta de la Vendimia
Entre marzo y abril se inicia la producción de vinos y piscos en Ica, con la pisa de la uva en los lagares de las bodegas artesanales e industriales de esta ciudad, localizada a 304 kilómetros al sur de Lima.
La historia vitivinícola del valle de Ica se remonta a la segunda mitad del siglo XVI, cuando los españoles sembraron las primeras vides. Desde entonces, la cosecha de la uva es motivo de celebración.
En la actualidad, esta fiesta se vive y se palpita en toda la ciudad. En Ica se realizan eventos culturales, desfiles, concursos, ferias gastronómicas, entre otras actividades recreativas que convocan a turistas nacionales y extranjeros.
Aprovecha tu estancia para degustar el pisco —la bebida de bandera del Perú— y la “trepadora” cachina, un vino “joven” y dulzón de mosto ligeramente fermentado.
Eso sí, se cauto con el pisco —tiene entre 38 y 48 grados de alcohol— y con la cachina que, según los conocedores iqueños, es traicionera porque “se sube a la cabeza sin que te des cuenta”.
5. Cusco: Señor de Qoyllurit’i
En la primera luna llena después de la celebración católica del Corpus Christi (mayo o junio), alrededor de cien mil peregrinos de los pueblos y comunidades del Cusco, enrumban hacia el santuario del Señor de Qoyllurit’i en el nevado Sinakara.
Considerada como la mayor peregrinación religiosa de los Andes, los devotos del Señor de la Estrella de la Nieve (eso significa en español) se dividen en ocho grupos o “naciones”. Estas corresponden a sus pueblos de origen: Paucartambo, Quispicanchi, Canchis, Acomayo, Paruro, Tawantinsuyo, Anta y Urubamba.
Procesiones con cruces que son llevadas a la cumbre del Sinakara. Rituales de adoración a los primeros rayos del sol. Más de cien danzas que muestran la riqueza cultural de cada una de las “naciones”, son parte de esta peregrinación, en la que se aplican estrictas reglas de conducta y la comida se comparte entre todos los devotos.
El origen de esta festividad andina y cristiana tienen un nombre: Mariano Mayta, un pastor de las alturas que, según la leyenda, tuvo un encuentro con un niño mestizo que decía ser Jesús, el hijo de Dios, quien le pidió que construyera una capilla en la montaña Sinakara.
Después de varias apariciones, una imagen del niño Jesús fue encontrada en el lugar llamado Qoyllurit’i. Allí se construyó la capilla. Allí llegan los hombres y mujeres de las “naciones” cusqueñas.
Allí, también, imponen el orden los “ukukos”, “Pablitos” o Pabluchas”, los personajes principales de la fiesta. Ellos llevan máscaras y vestimentas de lana de alpaca. Hasta hace algunos años, tenían la misión de llevar bloques de hielo a sus pueblos.
Por todas estas características, la festividad del Señor de Qoyllurit’i fue inscrita en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. Así que ejercítate y abrígate para unirte a esta gran peregrinación andina.
6. Trujillo: Festival Internacional de la Primavera
En una ciudad que se jacta de su clima primaveral, la llegada de esa estación que precede al verano es motivo de alegría. Eso es lo que sucede en Trujillo, la primorosa capital de la región Libertad, en el norte del Perú.
Fue en 1950 que surgiría la idea de organizar un festival en honor a la primavera, a finales de setiembre e inicios de octubre. La iniciativa fue propuesta por Alberto Novoa, uno de los socios del Club de Leones de la capital liberteña.
Desde entonces, quienes visitan Trujillo durante el festival son testigos y partícipes de una serie de actividades artísticas y culturales en las que prima la tradición y la alegría, la música y el baile, especialmente la marinera norteña, la danza nacional del Perú.
Pero el momento cumbre es el Gran Corso de la Primavera, un vibrante desfile de carros alegóricos, comparsas, grupos de danzas folclóricas y el esperadísimo paso de las bastoneras que, con sus sonrisas y rítmicos movimientos, se ganan el cariño de los asistentes. ¿Te animas a ser uno de ellos?
7. Cusco: la mamacha Carmen de Paucartambo
Si hay un lugar en el Perú en el que deberías de estar entre el 15 y 18 de julio, ese lugar es Paucartambo, porque esta provincia cusqueña que es la entrada al parque nacional del Manu, se estremece durante la fiesta de la Virgen del Carmen, la fiesta de su mamacha Carmen.
Durante la celebración los paucartambinos evidencian su fe hacia una imagen que apareció en su tierra en el siglo XVIII y demuestran porque su provincia es considerada como la “Capital Folclórica” del Cusco.
Y es que en este llamativo pueblo de casitas blancas y balcones azules, la religiosidad se demuestra bailando. Son 19 danzas distintas las que verás durante la celebración, resaltando los qhapaq qolla (del altiplano), los qhapaq chuncho (de la selva) y los saqras (diablos), entre otras estampas folclóricas.
El colorido de los trajes y la vistosidad de las máscaras de los danzantes te sorprenderán. Tanto así que es muy probable que quieras llevarte una, como recuerdo de tu experiencia en las procesiones, en los rituales -como la visita al cementerio para honrar a los danzantes fallecidos- y en la espectacular Guerrilla.
¿Una guerrilla en una fiesta religiosa? Sí, eso es lo que ocurre en la plaza principal en la tarde del 17, cuando los qhapaq chuncho y los qhapaq qolla se “enfrentan” para quedarse con la virgen. Los primeros son los vencedores, mientras que los derrotados son llevados al infierno por los saqras.
Te podríamos contar muchísimos más detalles de esta fiesta, pero nos encantaría que tú los descubrieras en Paucartambo
Dicen los cajamarquinos que su carnaval es la fiesta más alegre del Perú. Verdad o mentira, ellos están convencidos de que el entusiasmo, el jolgorio y la vistosidad de sus comparsas y patrullas, es incomparable, además de altamente “contagioso”.
La razón: quienes llegan a Cajamarca durante el carnaval (se realiza en febrero o marzo) se convierten en fervientes seguidores del Ño Carnavalón, la figura principal de la fiesta que antes vivía en las montañas, según los rumores que se escuchan en la ciudad.
Representado como un ser antropomorfo, la leyenda refiere que el carismático personaje bajaba de las montañas durante el carnaval, para animar a la gente a bailar, cantar y disfrutar de la vida, alentándolas a olvidar los problemas y preocupaciones.
Y eso es lo que ocurre en Cajamarca -una región y ciudad en la sierra norte del Perú- donde el furor carnavalero se expresa en guerra de globos con agua, baños de pintura, desfiles de comparsas y patrullas. También en las picantes coplas, cantos ingeniosos e irónicos que son típicos de la región.
Durante la fiesta más alegre del Perú, se realizan diversas actividades, como la entrada y entierro del Ño Carnavalón, la elección de la Reina del Carnaval, el desfile de comparsas, entre otras que te convencerán de que los cajamarquinos no mienten.
9. Cusco: Corpus Christi
En la época incaica los mallquis (momias de los antepasados) eran conservadas, protegidas y sacadas en procesión por las calles del Cusco. Esa era la costumbre, una costumbre que fue proscrita, pero aprovechada por los conquistadores españoles.
En su afán de imponer la fe católica entre los nativos, los mallquis fueron reemplazados por las imágenes de santos y vírgenes. Esa cambio sería el origen del Corpus Christi cusqueño, una celebración multitudinaria que expresa el sincretismo religioso en los Andes.
Las procesiones de 15 santos y vírgenes procedentes de los barrios de la ciudad y que se dirigen a pasar la noche en la Catedral, son la esencia del Corpus Chisti, celebración que se realiza el jueves siguiente a la octava de Pentecostés.
Las pesadas andas de los patrones cusqueños son cargadas por numerosos fieles. Sus rostros denotan el esfuerzo y la fe, mientras que los músicos y los danzantes que acompañan las procesiones, le dan un toque de alegría al fastuoso desplazamiento.
Pero la celebración va más allá de las plegarias. El Corpus Christi se acompaña con el sabor del chiri uchu (ají frío o plato frio en español) un potaje típico que une en un solo plato ingredientes de la costa, sierra y selva del Perú.
10. Amazonía: San Juan Bautista
En las ciudades, pueblos y comunidades de la extensa, sugestiva y maravillosa selva peruana, el 24 de junio de todos los años se celebra con desbordante algarabía la fiesta de San Juan, en honor al santo que bautizó a Jesús en el río Jordán.
Y, como en la Amazonía hay muchísimos ríos, cataratas y cochas (lagunas), los festejantes aprovechan la ocasión para bañarse, relajarse y purificarse en sus aguas. Esa es una de las tradiciones principales en el día de San Juan.
No es la única. La quema de fogatas y los tumbamontes o yunzas son comunes durante la fiesta. Esta última costumbre consiste en colgar regalos en un árbol, para que los devotos lo “tumben”. Ellos esperan su turno bailando en una ronda. Quien lo derriba será el organizador de la próxima yunza (fiesta).
Pero el símbolo distintivo son los deliciosos y contundentes juanes. Este clásico de la gastronomía amazónica se prepara con arroz y gallina, ingredientes que se envuelven en hojas de bijao (una planta amazónica).
Tours ¡Gratis! en Perú
Reserva ahora nuestros free tours conducidos por guías profesionales, autorizados y expertos en Free tour Cusco, Free tour Lima y Free tour Arequipa, reservar es gratis.