
No existen los pecados viajeros, pero si estos existieran, el dejar de visitar el Valle Sagrado de los Incas sería uno de ellos. Y no un pecadillo venial sino uno verdaderamente grave, de aquellos que solo se perdonan con mucha contrición y penitencia.
Y como más vale prevenir que lamentar y lo mejor es que estés libre de pecados —incluso de los que no existen— te mostraremos un listado de 15 lugares mágicos que te están esperando en un valle donde la historia, la cultura y la tradición están enmarcadas dentro de un paisaje de montañas y nevados.
Regado por las aguas serpenteantes del río Urubamba, en el Valle Sagrado la Mamapacha (Madre Tierra) es generosa y ofrece sus mejores granos y frutos, mientras los Apus (las montañas protectoras) se yerguen como férreos guardianes de los hombres y mujeres que trabajan en el campo.
Rutas de aventura, mercados coloridos y zonas arqueológicas que revelan la trascendencia de la civilización incaica, son solo algunas de las experiencias viajeras que te librarán del pecado y te permitirán disfrutar, gozar, relajarte, conectarte con la naturaleza y aprender más de la cultura andina.
Eso es lo que te ofrece el Valle Sagrado. Eso es lo que conocerás y vivirás intensamente si sigues nuestros consejos.
Contents
- 1. Conocer las terrazas agrícolas de Moray
- 2. Explorar la Ciudad Inca Viviente
- 3. Ir de compras al mercado de Pisac
- 4: Fotografiar el valle desde Taray
- 5. Probar la sal de Maras
- 6. Manejar una cuatrimoto en Maras
- 7. Aprender a trabajar la tierra
- 8. Rendirle tributo a la Mamapacha
- 9. Pedalear en un camino de tierra
- 10. Probar la gastronomía del valle
- 11. Conocer el arte textil de Chinchero
- 12. Hacer canotaje en el Urubamba
- 13. Relajarse en los baños de Lares
- 14. Caminar hacia Machu Picchu
- 15. Aprender más de Machu Picchu en un museo
1. Conocer las terrazas agrícolas de Moray

Sembrar y cosechar, también experimentar. Eso es lo que hacían los incas en Moray, donde verás terrazas circulares y escalonadas —semejantes a un gran anfiteatro— diseñadas con fines de investigación agrícola.
Sociedad respetuosa de la Mamapacha (Madre Tierra), los ingenieros andinos sembraban diversos cultivos en las terrazas para perfeccionar sus técnicas agrarias, además de evaluar la adaptación y el comportamiento de las plantas en determinadas alturas y microclimas.
Moray, a 53 km del Cusco y a 3385 m s.n.m., no solo te gustará por sus terrazas agrícolas sino, también, por su entorno paisajístico, una característica que se mantiene en todo el valle.
2. Explorar la Ciudad Inca Viviente

Ollantaytambo: el pueblo, las calles estrechas, las casas de piedra, el parque arqueológico y el tren que anuncia su salida a Machu Picchu. Estas son algunas de las pinceladas turísticas de la “Ciudad Inca Viviente”, como es llamado este rincón montañoso del Valle Sagrado.
Un destino vibrante que mantiene su trazado incaico. Aquí te acercarás a la cultura y las costumbres andinas. También conocerás una de las zonas arqueológicas mejor conservadas del Cusco. Hay quienes creen que fue una fortaleza, pero es muy probable que haya sido un tambo (lugar de alojamiento).
Por su estratégica ubicación (a 61 km del Cusco y a 2792 m s.n.m.), Ollantaytambo es una parada estratégica para los viajeros que se dirigen a Machu Picchu por vía férrea o a través del camino inca.
3. Ir de compras al mercado de Pisac

Si te encantan las compras, si te gusta la artesanía y si quieres conocer los frutos de la Mamapacha, tienes que explorar el mercado o feria popular de Pisac, donde se vende de todo un poco, donde se negocia y regatea, donde te acercarás más a las costumbres y tradiciones andinas.
Colorido, animado y siempre en ebullición, en el mercado encontrarás una gran variedad de artesanías (textiles, ceramios, joyas, esculturas de madera, trabajos en cuero, etcétera) y de productos agrícolas (papas nativas, el maíz gigante del Valle Sagrado, ollucos, habas y hierbas y especias).
Eso no es todo. También se ofertan insumos y productos para realizar los tributos a la tierra y otros rituales andinos. No te contamos más para que te quedes boquiabierto en el mercado, en la zona arqueológica y en el pueblo de Pisac, localizado a 30 kilómetros del Cusco y a 2972 m s.n.m.
4: Fotografiar el valle desde Taray

Antes o después de comprar de todo un poco en el mercado de Pisac, visita el mirador de Taray, donde podrás capturar excelentes vistas de la cordillera de Vilcabamba, el cañón del río Urubamba y los llamativos campos de cultivo del valle.
Eso es lo que verás desde este mirador, punto estratégico para hacer fotografías magníficas de la geografía cusqueña, respirar el aire revitalizador de las montañas andinas e imaginar cómo habría sido este lugar en la época incaica.
Localizado al lado de la carretera que une Cusco con Pisac, en Taray podrás adquirir diversas artesanías, por si te faltó comprar un souvenir en la feria popular.
5. Probar la sal de Maras

Un pueblo de casas coloniales con portadas esculpidas de piedra. Una mina de sal con más de cuatro mil pozas, dispuestas en terrazas escalonadas que descienden hacia el valle. Dos en uno en Maras, un destino singular a 41 km del Cusco y a 3330 m s.n.m.
Una excelente combinación. Del pueblo —con su iglesia virreinal, sus calles empedradas y sus casas con vistosas portadas—, a las salineras en las que, desde tiempos prehispánicos, se extrae la sustancia que le da sabor a las comidas.
Aprovecha tu visita para comprar y probar la excelente sal de Maras. También hay artesanías y otros productos fabricados con este mineral comestible.
6. Manejar una cuatrimoto en Maras

Si quieres acceder a lugares imposibles para los vehículos convencionales. Si quieres explorar áreas remotas y poco transitadas. Si quieres experimentar la adrenalina en caminos sinuosos, senderos empinados y zonas rocosas… ¡Atrévete a manejar una cuatrimoto Maras!
Rodeado de impresionantes paisajes naturales y culturales, Maras es el escenario perfecto para emprender una travesía en cuatrimoto. Al volante vivirás momentos cargados de emoción y adrenalina en uno de los mejores lugares del Valle Sagrado de los Incas.
7. Aprender a trabajar la tierra

Compartir, conversar, aprender. Anímate a vivir de una manera distinta tu travesía en el Valle Sagrado, entonces, sembrarás el campo con técnicas ancestrales y participarás en rituales en agradecimiento a la tierra y las montañas. Sí, serás un comunero más que respeta y conserva las tradiciones y costumbres andinas.
El turismo vivencial te permitirá conectar de una manera única con los ciudadanos del valle. Ese acercamiento te brindará una perspectiva distinta del estilo de vida de los hombres y mujeres que trabajan el campo, como los hacían sus padres y abuelos.
Ten en cuenta, además, que el turismo vivencial beneficia directamente a los pobladores locales, mejorando su economía, promoviendo el desarrollo sostenible y realzando la importancia de su cultura.
8. Rendirle tributo a la Mamapacha

En las alturas y en los valles andinos, los descendientes de los pueblos prehispánicos mantienen su relación de respeto y cariño con el sol, la tierra, el agua y las montañas.
Esa relación se expresa y manifiesta a través de ceremonias y rituales de profundo significado. Estos son parte integral de la cosmovisión andina y permiten conectarse con la naturaleza, para agradecerle a la tierra por sus frutos o pedirles protección a las montañas.
Los tributos a la tierra son llamados «pagos» o «pagapus», aunque esta denominación es discutida porque la ceremonia no es una transacción comercial.
La Mamapacha no cobra ni exige una remuneración para producir. Eso lo saben los comuneros que la honran y le agradecen con corazón, fe y esperanza. Ellos preparan ofrendas con productos agrícolas, caramelos y otros alimentos que entierran en un hoyo.
Mientras lo hacen pronuncian oraciones en quechua, fuman un cigarrillo sin filtro, mastican hojas de coca y brindan con ron o aguardiente. Tú puedes estar allí, con ellos, aprendiendo y homenajeando a la tierra. Verás que es una experiencia intensa, mística, telúrica.
9. Pedalear en un camino de tierra

Ni en auto ni a pie, mejor una escapadita en bicicleta para explorar a puro pedal los caminos rurales del Valle Sagrado de los Incas.
Andar en bicicleta por senderos sin asfalto que bordean campos de cultivos. Bajar la marcha para saludar a los hombres y mujeres que trabajan la tierra o detenerse en un pueblo tradicional con la intención de recuperar fuerzas, son parte de una travesía que se complementa con vistas espectaculares de las montañas, el río y los andenes prehispánicos (terrazas de cultivo en los cerros).
Toda una aventura que te dejará recuerdos imborrables. Un auténtico reto que debes asumir con responsabilidad y precaución, para que te diviertas al máximo en tus vacaciones en el Cusco.
10. Probar la gastronomía del valle

Prepárate para disfrutar una fiesta de sabores y buena sazón en los restaurantes del Valle Sagrado de los Incas, donde las cocinas se nutren con los exquisitos y variados productos agrícolas que se cosechan en esta tierra bendita, en esta tierra fértil y pródiga.
Papas nativas, quinua, maíz y diversidad de frutas, son algunos de los insumos andinos que utilizan las cocineras que aprendieron su arte en un fogón familiar y los chef que perfeccionaron sus técnicas en refinadas escuelas, para preparar delicias que respetan las tradiciones o atrevidas propuestas que saben a fusión.
No dejes pasar la oportunidad de descubrir la comida del valle. Sea en un mercado o en un gran restaurante, tu paladar quedará profundamente agradecido. Tan agradecido que querrás probar un platito más.
11. Conocer el arte textil de Chinchero

La iglesia colonial, el parque arqueológico y el mercado artesanal, son la trilogía turística de Chinchero, distrito localizado a 30 kilómetro del Cusco y 3754 m s.n.m.
El templo es del siglo XVII y se erigió sobre el palacio del inca Tupac Yupanqui, el parque arqueológico conserva andenes, terrazas y adoratorios; y, en el mercado artesanal, se producen, exhiben y comercializan hermosas piezas de arte textil.
En el mercado y en las tiendas artesanales aprenderás sobre el proceso de producción, verás exhibiciones en vivo de tejido en telar, te explicarán el significado de la iconografía que utilizan y escucharás historias fascinantes sobre este distrito.
Después de toda esa vivencia y aprendizaje, comprenderás la importancia del arte textil. Te darás cuenta de que es una labor que implica constancia y creatividad y valorarás el esfuerzo de las tejedoras por mejorar su economía y mantener el legado de sus antepasados.
Si te gusta una chompa, una chalina, un bolso o cualquier otro producto, trata de comprarlo. Al hacerlo estarás apoyando a los artesanos locales y a sus familias, además, contribuirás a mantener viva la tradición textil andina.
12. Hacer canotaje en el Urubamba

El río, los rápidos, la emoción, la aventura. La adrenalina al tope. Los embates del agua. La voz del guía que ordena remar; pero, estás cansado… ¡No importa! Tienes que seguir. No le puedes fallar a tus compañeros. Todos juntos. Todos unidos para mantenerse a flote y seguir navegando en el Urubamba.
Y no tienes que ser un experto con los remos. El Urubamba tiene diferentes secciones para la práctica del canotaje. Desde zonas moderadas hasta rápidos vertiginosos que son un auténtico desafío. Tú eliges de acuerdo con tu experiencia y destreza en los ríos.
Durante tu descenso verás construcciones incas en las colinas cercanas y pueblos tradicionales en las orillas fluviales. Esta combinación de aventura, paisajes estupendos y estampas culturales, le agregan una dosis extra de emoción a tu travesía.
Antes de partir, asegúrate de contratar un operador con guías expertos y conocedores del río. Recuerda que la seguridad es lo más importante en las actividades de adrenalina.
13. Relajarse en los baños de Lares

Imagina terminar una jornada gloriosa en el Valle Sagrado de los Incas, en una aguas termales que te ayudarán a aliviar el cansancio y, de paso, rejuvenecerán tu piel. ¿Suena bien?… entonces, hazlo realidad en el distrito de Lares, a 98 kilómetros del Cusco y 3171 m s.n.m.
Las aguas termales de Lares contienen calcio y magnesio, minerales que ayudan a atenuar los dolores musculares y articulares, además de mejorar la circulación sanguínea.
Otra de sus propiedades es la de limpiar y revitalizar la piel, dejándola suave, tersa y rejuvenecida. Así que, aparte de relajarte, volverás al Cusco con una tez radiante y saludable.
14. Caminar hacia Machu Picchu

Si bien sería exagerado afirmar que todos los caminos llevan a la mayor obra arquitectónica de los incas; lo que sí se puede decir sin faltar a la verdad, es quemás de un sendero te conducirá Machu Picchu, una de las nuevas siete maravillas del mundo.
La ruta más conocida y ambicionada por los senderistas es el camino inca a Machu Picchu. Una vía histórica. Un tramo pedestre de belleza indescriptible. Un trayecto de 42 kilómetros entre montañas y construcciones de piedra. Una aventura de cuatro días que quedará grabada en tu memoria.
La recompensa a tu esfuerzo será ingresar a Machu Picchu por Inti Punku (la Puerta del Sol). Al cruzarla te darás cuenta de que cada paso, cada gota de sudor, cada respiración entrecortada en las abras (los puntos más altos de la ruta), cada noche de sueño ligero en los campamentos, fueron vivencias perfectas, justas, necesarias.
Si no puedes enrumbar por el camino inca (recuerda que los cupos son limitados) tendrás otras opciones largas y exigentes, como las rutas Salkantay-Machu Picchu y Choquequirao-Machu Picchu.
Si buscas un tramo más corto, camina desde Aguas Calientes (el pueblo donde te dejará el tren) hacia Machu Picchu. También es posible andar desde la zona conocida como Hidroeléctrica. Ambas rutas se hacen en cuestión de horas.
15. Aprender más de Machu Picchu en un museo

Si quieres tener un mayor entendimiento de la llaqta (ciudad) incaica, tienes que visitar el Museo de Sitio Manuel Chávez Ballón. Sus salas ofrecen, a través de exhibiciones multimedia, paneles informativos y piezas arqueológicas, una perspectiva histórica de Machu Picchu y de la civilización incaica.
Si lo deseas, un guía experto te acompañará durante el recorrido. Él te ayudará a contextualizar mejor lo que estás viendo y sus aportes enriquecerán tus conocimientos sobre el Perú prehispánico.
El museo se encuentra a la altura del antiguo puente Ruinas, en la vía que une el pueblo de Aguas Calientes con la zona arqueológica. ¡Visítalo! para que cierres de la mejor manera tus vacaciones en el Valle Sagrado de los Incas.
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