





Se equivocan quienes creen que Lima era solo un desierto antes de la llegada de los españoles. Se equivocan, también, quienes dicen que en esta ciudad que alberga a más de 10 millones de personas, las antiguas civilizaciones no dejaron ninguna huella de su desarrollo y grandeza.
La idea errónea de que en Lima no hay nada prehispánico suele confundir a los viajeros. Ellos, al planificar sus travesías, descartan de sus itinerarios las zonas arqueológicas de la capital peruana, convencidos de que lo importante está solo en el Cusco, en los Andes y, tal vez, en la costa norte.
Pero no te preocupes, tú no cometerás ese error después de leer este texto en el que vas a “conocer” el Santuario Arqueológico de Pachacamac, cuyo nombre deriva de los vocablos quechuas pacha (tierra, mundo, universo, espacio y tiempo) y camac (creador, hacedor y el que da origen).
Bienvenido al oráculo, a los templos y pirámides construidos para venerar a Pachacamac, el creador o hacedor de la tierra o el universo. Un dios tan poderoso que diversos pueblos y culturas de la costa y de los Andes, incluyendo a los incas, le rindieron pleitesía desde el siglo III hasta el siglo XV de nuestra era.
En tiempos prehispánicos, a esta zona arqueológica del distrito de Lurín (a 31,5 km al sur del Centro Histórico de Lima) arribaban peregrinos de lugares alejados. Ellos creían y confiaban en los designios de Pachacamac, cuya representación totémica se exhibía en uno de los ambientes de este inmenso centro ceremonial.
No ignores el pasado ni las raíces autóctonas de la principal metrópoli del Perú. Visita Pachacamac, conoce sus muros de adobe y contempla desde sus partes altas el horizonte marino, con sus dos islotes que, según la leyenda, alguna vez fueron una doncella y su pequeña hija. Si quieres descubrir esa y otras historias, continua tu viaje hacia la principal zona arqueológica de Lima, la ciudad preincaica, virreinal, republicana y globalizada que te espera para mostrarte su pasado milenario.
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Pachacamac: el alma de la tierra
Oráculo y divinidad, Pachacamac, “el alma de la tierra”, una de las acepciones de su nombre, era considerado el “creador y animador del universo”. Por su inmenso poder era capaz de rejuvenecer a las personas, predecir el futuro, generar el bienestar de los peregrinos, curar enfermedades y mejorar el rendimiento agrícola.
También tenía control o influencia sobre los elementos de la naturaleza, como el agua, el fuego e incluso los terremotos. Él era el causante de los temblores, pero, a la vez, protegía a quienes creían en él, siempre y cuando lo veneraran y complacieran con tributos y ofrendas.
Su trascendencia se mantuvo a lo largo del tiempo. Los diferentes pueblos y culturas que se asentaron en Pachacamac respetaron el culto y a sus peregrinos. Sucedió con los wari y también con los incas. “Los hijos del Sol” embellecieron el santuario e incorporaron al dios costeño en su propia cosmovisión.
Esa actitud de apertura no fue seguida por los españoles. En 1533 se iniciaría el ocaso de Pachacamac. No más vaticinios ni peregrinos en los templos y pirámides, pero esa situación no sería eterna. Hoy, miles de peruanos y extranjeros visitan el santuario para conocer las creencias de los antiguos.

La leyenda de Cavillaca
Era una mujer hermosa, tan hermosa que los dioses querían que fuera su esposa. Todos lo intentaron, pero ninguno lograría conquistar el corazón de Cavillaca. Ante el fracaso de las deidades, el sabio Cuniraya Wiracocha ideó un plan malévolo para acabar con los remilgos de la muchacha.
Su estrategia se basaba en el engaño y la magia. Solo así puede explicarse que el sabio se convirtiera en un ave. En esa condición se dio maña para hacer caer un fruto delante de la doncella. Sorprendida por la habilidad del simpático pajarito, ella comió gustosamente aquel regalo inesperado.
Lo que ella no sabía es que en cada mordisco su inocencia era mancillada. Semanas después descubriría que estaba embaraza. Al nacer su hija, organizó una reunión para indagar o averiguar quien era el padre de su preciosa niña. Fue inútil. Todos callaron.
Sí, todos, incluyendo a Cuniraya Wiracocha. Él no ocupaba la mesa de honor. Vestido con harapos esperaba en un rincón a que se cayera algún alimento para llevárselo a la boca. En esas preocupaciones andaba, cuando escuchó que Cavillaca le decía a su hija “anda y reconoce a tu padre que se encuentra aquí”.
La niña obedeció y sin dudarlo gateó hacia el rincón que ocupaba el haraposo Cuniraya Wiracocha. Horrorizada, Cavillaca cargó a su pequeña y salió corriendo hacia el mar con la intención de ahogarse en sus aguas. Por su desesperación y premura no escuchó la explicación del sabio.
Mientras se escapaba, Cuniraya, que ahora vestía un traje lleno de oro, confesó que su intención era quitarle la vanidad a la doncella; esa doncella que se aventó a las aguas del Pacifico con su hija; entonces, los dioses las convirtieron en dos islotes de piedra. Ese fue su castigo por despreciar a un hombre harapiento.
Cuando estés en Pachacamac dirige tu mirada hacia el horizonte marino. Al hacerlo descubrirás dos islotes de diferentes tamaños. El más grande es Cavillaca y el pequeño su inocente hija.

Ocupación de Pachacamac en el tiempo
Antes de la presencia española en el horizonte cultural andino, Pachacamac fue ocupada y administrada por las siguientes civilizaciones y pueblos:
Cultura lima (250–650 d. C.)
Fueron los primeros pobladores y los constructores de Pachacamac. La sociedad de la cultura Lima erigió los templos aurorales en el sector religioso. Sus técnicas eran muy simples y sus materiales muy rústicos como los adobitos, bloques de adobe rectangulares y delgados. La sencillez arquitectónica se explica por la falta de transferencia tecnológica con otras civilizaciones.
Cultura wari o huari (650–1200 d. C.)
Los hombres del que es considerado la primera organización imperial en los Andes, ocuparon los territorios de los lima, incluyendo Pachacamac en el 650 d. C. Durante su predominio se levantaron nuevas edificaciones, como el templo de Pachacamac, conocido como el templo Pintado.
Las excavaciones en la zona arqueológica evidencian que los habitantes de la cultura Wari derrotaron militarmente a los lima, pero los vencedores mantuvieron las tradiciones y el arte de los derrotados.
Cultura ychsma o ichma (1200–1470 d. C.)
El debilitamiento de los wari en los Andes —fueron vencidos militarmente por los inca— allanó la expansión de los Ichmas, quienes ocuparon Pachacamac en el año 1200 d. C.
Durante la ocupación Ichma se erigieron pirámides escalonadas con rampas y 15 templos. También se instalaron zonas de almacenamiento, se fortificó el templo Pintado y se incrementó el número de patios para las actividades ceremoniales.
Imperio inca (1470–1535 d. C.)
Después de derrotar a los waris en los Andes, los incas decidieron expandirse hacia la costa, aproximadamente en el año 1450 d. C. Dirigidos magistralmente por Tupac Yupanqui, “los hijos del Sol”, ocuparon por la fuerza o de manera negociada los territorios de las culturas Chimú, Chincha e Ichma, entre otras.
La exitosa campaña que se prolongaría hasta el 1470 d. C. les permitiría tomar el control de Pachacamac. Los incas, al igual que los Wari e Ichmas, permitieron que el culto al “alma de la tierra” se mantuviera y coexistiera con sus propias divinidades, como el Inti (el padre Sol) y Wiracocha (el creador del universo).
Los incas construyeron el templo del Sol y el Acllawasi, la casa de las mujeres elegidas, en español. En este recinto vivían mujeres jóvenes que eran instruidas por las “mamaconas”. Ellas les enseñaban a honrar a los dioses, además de distintas habilidades manuales, como tejer y cocinar.
A finales del siglo XIX se realizaron excavaciones en las que se encontraron edificios de gran importancia y zonas de entierro que, lamentablemente, fueron destruidas durante la época colonial.

Pachacamac: pirámides y mucho más
La zona arqueológica presenta dos sectores bien diferenciados. En ambos apreciarás pirámides escalonadas de adobe, siendo estas construcciones una de las características de Pachacamac, la divinidad adoraba y respetada en la costa y en los Andes.
Sector religioso
Aquí observarás tres pirámides truncas y escalonadas, además de los siguientes templos: Pintado, donde se encontraba la puerta y la cámara sagrada del ídolo de Pachacamac; del Sol o Punchao Cancha en la parte alta del santuario y orientado al mar; y el Viejo o Antiguo, una plataforma con millones de adobitos. También hay un cementerio prehispánico.
Sector pirámides
Data de los años finales del siglo XIV e inicios del XV. Durante décadas los investigadores y arqueólogos creyeron que esta zona de pirámides y plazas era un centro religioso, donde los peregrinos de comunidades lejanas podían descansar y pernoctar.
Pero el arqueólogo Peter Eekhout piensa distinto. Después de estudiar y excavar con su equipo este sector, concluyó que las estructuras no tenían las características propias de los centros religiosos de la época. Por esa razón, considera que fue una zona residencial, reservada para las elites gobernantes.
En esta espacio te impresionarán las pirámides seculares y escalonadas erigidas con bloques adobe. Aquí hay rampas y espacios abiertos que cumplían las funciones de plazas o canchas, como eran llamadas antes de la conquista española.
Museo de Pachacamac
Creado en 1965 como uno de los primeros museos de sitio del Perú, su moderna infraestructura sigue las líneas arquitectónicas prehispánicas. Con una extensión aproximada de 1000 m2, sus salas muestran “la secuencia cultural de Pachacamac, desde más o menos 200 d. C. hasta el establecimiento de los Incas en 1470”, se explica en la web del museo
Por sus características, se menciona que es la “antesala para la visita al santuario” porque atesora “los principales hallazgos arqueológicos”, como “el ídolo de Pachacamac y la puerta de tela ornamentada con valvas de spondylus”, hallados en el templo Pintado por Alberto Giesecke.
Horarios y precios atención
De martes a sábado el Santuario Arqueológico de Pachacamac te espera desde las 9:00 h hasta las 17:00 h (las boleterías atienden hasta las 16:30 h). Los domingos visítalo desde las 9:00 h hasta las 16:00 (las boleterías están abiertas hasta las 15:30 h).
Ten en cuenta que el primer domingo de cada mes el ingreso es libre para peruanos y residentes extranjeros con DNI o carné de extranjería vigente.
A continuación, te presentamos un cuadro detallado de las tarifas vigentes en Pachacamac.
Tipo de Visitante | Precio en soles | Precio en dólares |
Adulto general | 15 soles | 5 USD |
Estudiantes de universidades e institutos (con carné vigente) | 5 soles | 1.8 USD |
Docentes, militares en actividad y adultos mayores de 65 años con documento de identidad | 7.50 soles | 2.5 USD |
Niños menores de 12 años, escolares de primaria y secundaria | 1 sol | 0.40 USD |
La entrada incluye
- Acceso a la zona arqueológica.
- Acceso al museo de sitio Pachacamac.
La entrada no incluye:
- Servicio de guiado (los guías cobran 30 soles aproximadamente por 1.5 horas de servicio).
¿Cómo llegar a las ruinas de Pachacamac?
¿Cómo llegar a Pachacamac?
El museo y el santuario se encuentran en el kilómetro 31,5 de la antigua Panamericana Sur (distrito de Lurín, Lima Metropolitana). La manera más fácil y segura de visitar este atractivo arqueológico y cultural, son los tours que ofrecen los operadores locales.
Si deseas ir por cuenta propia, la opción más rápida, aunque no la más económica, es solicitar el servicio de un taxi de aplicación (por razones de seguridad). Si te encuentras en el Centro Histórico, el tiempo aproximado del viaje será de 90 min. Si tu punto de partida es Miraflores o Barranco, demorarás unos 45 min.
Si quieres ahorrar dinero, pero no tiempo, utiliza el transporte público. Esta es una opción reservada para los limeños y los viajeros que, anteriormente, hayan subido a las unidades que recorren la capital peruana. Si es tu caso, las siguientes empresas te llevarán directamente a Pachacamac:
- E.T. San José S. A. (morado con blanco) / Ruta 8504: San Bartolo–Breña.
- E.T. Royal Express (blanco con letras negras) / Ruta 8508: Lima–Pucusana.
- E.T. GUSICSA (marrón con naranja) / Ruta 8510/8511: San Miguel–San Bartolo.
Otra opción es usar los buses del Metropolitano hasta la estación Matellini de Chorrillos. En este punto toma el alimentador Villa El Salvador (Ruta AS-04 – Embarque 11) y baja en el paradero Supro. Luego cruza el puente peatonal de la Panamericana y, en el paradero de la Universidad Científica del Sur, sube a las unidades de cualquiera de las líneas mencionadas en el párrafo anterior.
Más allá de las subidas y bajadas, tu esfuerzo viajero será recompensado con la grandeza arqueológica y cultural de Pachacamac.
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